Quisiera dedicar muchos deseos bellos al derecho que tienen los seres humanos a la vida, pero me temo que no va a ser posible.
Voy a exponer unos cuantos puntos por los cuales quiero poner de manifiesto que los derechos a la vida por lo general no se cumplen bajo ningún concepto. El derecho a la vida,es una frase utilizada muy alegremente y apenas sale de nuestra boca ya está olvidada.
El primer derecho, el de nacer, tantas veces ultrajado por tantas personas. De todos es sabido que en el mundo nacen diariamente millones de niños. Las noticias que nos llegan a través de los medios de comunicación son terroríficas. Niños que nacen en la América Latina, como en otras partes del mundo, donde su entorno natural son los estercoleros, estando condenados a pasar su vida rebuscando alimentos en ellos como lo hacen sus padres y anteriormente lo hicieron sus abuelos, revueltos en la podredumbre, expuestos al hambre y a enfermedades infecciosas de todo tipo. Ni que decir tiene que la higiene no existe en estos rincones olvidados del mundo. Según informaciones que nos llegan, el 20% de la población mundial vive en circunstancias deplorables. Entre tanto, el resto de la humanidad vive impasible a estas atrocidades. El hambre, y consiguientemente la desnutrición crónica, es una maldición hereditaria, en lugares donde la gran mayoría muere antes de cumplir los cinco años de vida ante la angustia de sus progenitores que no pueden hacer nada por evitarlo. Lamentablemente, poco o nada se hace para subsanar este gran problema, la humanidad entera tendría que volcarse en pleno para que estas injusticias no se produjesen.
No quiero olvidarme de la catástrofe que con fechas muy recientes ha ocurrido en Haití, exactamente en Puerto Príncipe. Las personas, llamémosles con suerte de no encontrarse entre los muertos del seísmo, luchan con sus convecinos para poder obtener algunos alimentos. Hemos visto como pasaban por encima de cadáveres, realmente espeluznante, y al mismo tiempo y por desgracia es comprensible ya que el hambre hace estragos en las personas hasta el extremo de llegar a perder la razón.
Hay otra cuestión no menos alarmante. Según las estadísticas estas personas malviven con un euro al día, pero las estadísticas son eso, puras estadísticas, porque mientras haya personas que tengan diez euros quiere decir que nueve no tienen ninguno. Así de cruda es la realidad. Esto lo podemos multiplicar por millones de habitantes que viven en estas condiciones.
Por lo tanto, no nos tenemos que vanagloriar de nada, que no se nos llene la boca con los tan traídos y llevados derechos cuando tenemos un mundo de cosas por hacer en favor de estas pobres gentes que solo han cometido el delito de nacer en estos lugares y en esas condiciones.
Quisiera terminar este texto exponiendo lo siguiente, hay millones de personas en el mundo que no necesitan ninguna catástrofe añadida ya que cada uno de ellos la trae consigo al nacer.
AGUSTÍN RUEDA, 2/ 2/2010
Voy a exponer unos cuantos puntos por los cuales quiero poner de manifiesto que los derechos a la vida por lo general no se cumplen bajo ningún concepto. El derecho a la vida,es una frase utilizada muy alegremente y apenas sale de nuestra boca ya está olvidada.
El primer derecho, el de nacer, tantas veces ultrajado por tantas personas. De todos es sabido que en el mundo nacen diariamente millones de niños. Las noticias que nos llegan a través de los medios de comunicación son terroríficas. Niños que nacen en la América Latina, como en otras partes del mundo, donde su entorno natural son los estercoleros, estando condenados a pasar su vida rebuscando alimentos en ellos como lo hacen sus padres y anteriormente lo hicieron sus abuelos, revueltos en la podredumbre, expuestos al hambre y a enfermedades infecciosas de todo tipo. Ni que decir tiene que la higiene no existe en estos rincones olvidados del mundo. Según informaciones que nos llegan, el 20% de la población mundial vive en circunstancias deplorables. Entre tanto, el resto de la humanidad vive impasible a estas atrocidades. El hambre, y consiguientemente la desnutrición crónica, es una maldición hereditaria, en lugares donde la gran mayoría muere antes de cumplir los cinco años de vida ante la angustia de sus progenitores que no pueden hacer nada por evitarlo. Lamentablemente, poco o nada se hace para subsanar este gran problema, la humanidad entera tendría que volcarse en pleno para que estas injusticias no se produjesen.
No quiero olvidarme de la catástrofe que con fechas muy recientes ha ocurrido en Haití, exactamente en Puerto Príncipe. Las personas, llamémosles con suerte de no encontrarse entre los muertos del seísmo, luchan con sus convecinos para poder obtener algunos alimentos. Hemos visto como pasaban por encima de cadáveres, realmente espeluznante, y al mismo tiempo y por desgracia es comprensible ya que el hambre hace estragos en las personas hasta el extremo de llegar a perder la razón.
Hay otra cuestión no menos alarmante. Según las estadísticas estas personas malviven con un euro al día, pero las estadísticas son eso, puras estadísticas, porque mientras haya personas que tengan diez euros quiere decir que nueve no tienen ninguno. Así de cruda es la realidad. Esto lo podemos multiplicar por millones de habitantes que viven en estas condiciones.
Por lo tanto, no nos tenemos que vanagloriar de nada, que no se nos llene la boca con los tan traídos y llevados derechos cuando tenemos un mundo de cosas por hacer en favor de estas pobres gentes que solo han cometido el delito de nacer en estos lugares y en esas condiciones.
Quisiera terminar este texto exponiendo lo siguiente, hay millones de personas en el mundo que no necesitan ninguna catástrofe añadida ya que cada uno de ellos la trae consigo al nacer.
AGUSTÍN RUEDA, 2/ 2/2010
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