martes, 13 de abril de 2010

DERECHO A VIVIR, DERECHO A MORIR

Pueblos de ultratierra que lejos quedan.
Están ahí, están mucho más cerca.
El sol los abrasa, pueblos de palos y paja.
Olas de cortante aire seco funden la piel
de sus gentes
imprimiendo profundas grietas en pies
manos y frente.
    
Caricia por caricia, abrazo por abrazo.
Embriagados de luna, por techo las estrellas.
Entrelazados dos cuerpos, escuálidos encelados.
Entre las dunas, los murmullos de sexo
apaciguan el gruñido de las vacías tripas.
Contacto instintivo, amor sin esperanza.

Caricia por caricia, abrazo por abrazo.
Árida semilla alcanzó su desnutrido vientre.
Los senos pingajos secos, las entrañas
lívidas de dolor.
Parir entre dunas y paja.
¿Qué abrazar, qué besar?
Se reflejan las sombras vanas
en la consciencia declinante inculta.
La conciencia sangrante mana.
¿Por qué no se perdió el nonato?
 
Caricia por caricia amor por amor.
Gemidos imperceptibles salen de
la cuna de su esquelético regazo.
En su mirada perdida, pupilas endurecidas.
Qué triste visión flagela su alma.
Y en sus pensamientos limitados
qué terrible destino, nacer para sufrir.
Nacer para desesperadamente morir.
 
Lara Pi

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