martes, 22 de diciembre de 2009

NADAL FAMILIAR


A la meva família érem set germans. Els meus pares ens feien gaudir molt de les festes. Nadal era el dia més celebrat de l’any. Uns dies abans, i a taula, decidíem el dia per anar al bosc a cercar troncs trencats per fer la cova i demanar-ne un de més gran per fer cagar el tió.

A les vigílies, una altra excursió per cercar molsa, pinyes i algun petit arbust que no podia mancar al pessebre. Quan ja el teníem fet i remirat, venien amics del meu germà petit que cantaven a l’escolania i ens feien un recital de cançonetes de Nadal. Això sí, amagats sota la taula, ja que un d’ells era molt vergonyós.
La nit de Nadal, ben abrigats i amb bufandes, assistíem a la “Missa del Gall” encara que ens agafés el son. No hi volíem faltar mai. Ens entusiasmava el cant de nadales tot besant el nen Jesús, i sobretot l’arribada a casa amb la tertúlia i els cants, tot tastant els primers torrons de la temporada, junt amb alguna neula, i el traguet de mistela amb porró, que no mancava mai  aquella nit.

El dia de Nadal la gran trobada era a taula. La reflexió i el record per als pobres i el petit obsequi de menjar per als més propers a casa. El nostre dinar era el típicd’aquells temps: escudella, carn d’olla amb bona pilota, pollastre amb prunes i pinyons i ,a l’hora de les postres, encara recordo amb il•lusió el tràfec que teníem els més petits d’esmolar els pals per fer cagar el tió, perquè si no cagava no tindríem els torrons, les neules i el champany tan desitjat pels més grans.
La sobretaula s’allargava plena de cantades amb petits instruments casolans, acompanyatdes de rialles i abraçades que ens sortien del cor.

El dia de Sant Esteve anàvem a veure la representació dels Pastorets.

Rosa Juncadella, 25 de novembre de 2009


Voldria transmetre una  poesia que va escriure el meu pare l’any 1938 titulada “ Dia joiós ”
                                                     

D I A  J O I Ó S

Nadal s’acosta. Bella diada.
Molts dies abans preparem ja
un lloc de casa per al pessebre
i fem els plans per començar.

Un munt de fustes i tions guerxos
són les muntanyes que anem a fer:
grans fondalades i cims altíssims
per on vinguin ramats de bens.

Sacs vells es busquen per estripar-los,
guix amb destresa sabem posar,
fustes molt velles ben combinades,
plans i muntanyes per adornar.

El pla en marxa, fem comentaris:
“és molt més maco que l’any passat”.
Vull que intervinguin els nens i nenes,
tots els de casa, ja està pactat.

El pare arregla alguna cosa.
La mare, roba busca per fons
i la quitxalla, la més petita,
fan comentaris plens d’il•lusions.

Una gran caixa del rebost treuen
on les figures passen el temps,
l’obren, somriuen i els petits canten,
és la gran joia, tots molt contents.

Treuen la molsa que ja està seca,
el bou, la mula i els pastorets
i per fi treuen d’una capseta:
Josep, Maria i el Jesuset.

Les muntanyes totes són fetes,
les figuretes van arribant,
sempre caminen totes soletes,
són tan formoses! Déu és molt gran.

Joan Juncadella, Nadal 1938

miércoles, 16 de diciembre de 2009

NAVIDAD



Cambio mis regalos, por deseos.
Deseo volver a ver a mis seres queridos.
Regalo todo lo material
por un pequeño momento tan especial.

No habrá riñas ni regalos, solo el amor incondicional.
De nuevo quiero que estén junto a mis pensamientos
en los días que el frío me hace tiritar de ilusión
esperando la navidad.

Esperando detrás de la puerta, para oír el silbato del tren.
Pero el tiempo, dando paso al silencio, la quietud.
El silbato no suena, el tren sigue su camino.
Pero vosotros, como cada año, os apeáis del tren

y volvéis para compartir ese día tan especial que es la navidad.

Nuria Mas, 20/11/2009

viernes, 11 de diciembre de 2009

TE ESPERO



Te echo a faltar, hija. A las dos y a las tres de la madrugada. Mientras espero: tu cama vacía a la que me acerco, la noche azul vencida y un reloj fiero.
Tu ventana se pinta de negro esta noche y de flores las calles que abrazas.
Todos los instantes del mundo a mi lado, y  tu silencio.
¿Qué somos los padres ya, cuando los hijos vuelan? Quizás nada o tal vez  puertos fieles de lejanías sin horizonte, esperando atisbar la barca para asirse afanosamente a ella, a ti… Para estar juntas un poquito y bordar recuerdos, en mi ausencia, vivos. ¿Hace una charla?
Esta barca que  acercándose dibuja un lazo entre cielo y agua, cosiendo amorosamente dos espacios  infinitos de gloria. ¡Se desata la esperanza!
Imágenes recortadas de un tiempo que soy yo y eres tú. Pañales pequeños, besos dulces de papillas en las mejillas más bonitas, las tardes de sol…
Tú dorada, yo amor.
Parece que tu  vida se llena y la mía se vacía.
Te espero, reina, te espero siempre…Vengas o no, te espero.
¡Bendita agua de verano en el brillo de tu piel!  Melocotones y ternura.
Sábanas de risas, de juegos y aquella niña feliz que puesta en la camisa de su padre corría descalza para besarle. ¿Recuerdas aquel verde? ¿Y las mañanas repeinadas con sabor de chocolate?
¡Cómo he podido ser tan feliz y no saberlo!
Ahora, esta noche y aquí, acicalada de azul espera, ¡envidio tanto el espacio y el tiempo que vivirán contigo! Porque hija… ¡Cómo me gustaría poder abrazarte siempre y estar siempre que sea necesario!
Suena la llave que abre el descanso. El descanso tuyo cargado de alegrías y el mío que busca regazo.


Teresa  Riera

miércoles, 9 de diciembre de 2009

SOLA




Sola me quedé, cuando te fuiste
con  tu triste soledad. Volaste tú,
rogué por tu salud con plenitud,

mi vida quedó vacía y triste.

Lloré en silencio tu triste huida,
recordando viejos tiempos vividos,
tratando de luchar contra el olvido
del rostro de la amiga, perdida.

Pobre dolor el tuyo. Para qué
sueños rotos, delirios banales.
Todo terminó, hoy ya no sueñas.

Así es el destino sin saber por qué.
Sufrí y luché contra tus males,
y no pude luchar contra tu dueña.
               

Manuela Llera Ramos

jueves, 3 de diciembre de 2009

ALMANZOR


Si ya es difícil estudiar con criterio imparcial la Historia de España, harto dificultoso es el estudio de un personaje como Almanzor que vivió en pleno siglo X, en una época en la que reinaba la más absoluta oscuridad histórica. Sin embargo, nos ha quedado  testimonio de historiadores tales como Ibn Hayyan (La gesta de los Amiríes) ó Ibn al -Jatib. También, por parte cristiana, en lo concerniente al personaje, nos quedaron los antiguos cronicones escritos por los monjes medioevales, que en nuestros días se nos ofrecen con mayor o menor grado de verosimilitud. 

A Muhammad Ibn Abú Amir, Almanzor, se le supone nacido en un territorio llamado “Turrush” cercano, al parecer, a Algeciras. Algunos aseguran que era natural de Torrox, provincia de Málaga, hijo de una familia árabe originaria del Yemen. Fue un joven brillante, licenciado en Derecho y en Letras en la Universidad de Córdoba y destacó tanto por sus cualidades que pronto iniciaría  una fulgurante carrera política que lo llevaría a la Corte del Califa, Alhakem.

A la muerte del Califa se disputaron el trono el hermano del fallecido, el gran visir Cháfar y su jefe militar, un prestigioso general, llamado Galib.

El joven Almanzor, sabedor de lo que más le convenía, supo maniobrar entre los dos principales poderes políticos, tomando partido por el militar, desposándose además con una de sus hijas. Una vez consolidado Galib en el poder, Almanzor se enfrenta con las armas a su suegro, infligiéndole una derrota en la famosa batalla de San Vicente, en la que perece el propio Galib. En un gesto de crueldad inaudita, Almanzor le envía la cabeza de éste a Asma, su esposa, la hija del infortunado general.

A partir de entonces, se erige en el dueño y señor absoluto de Al-Andalus, confinando  al Califa-niño, Hixem II, allá en los palacios dorados de la Medina Azahara.

Y también es a partir de ahí, a finales del siglo X,  cuando la cristiandad padece una a  una las 56 campañas del invicto caudillo amirí. Él asoló ciudades y fue arrebatando uno por uno a reyes y condes cristianos, los territorios que tan arduo trabajo había costado fundar y repoblar.

La hegemonía leonesa estaba herida de muerte por Almanzor. El Manssur (El Victorioso) atacó Santiago de Compostela, destruyó la iglesia y llegó ante el sepulcro del Apóstol Santiago, que no llegó a destruir. Dice la leyenda, que un rayo cayendo entre su caballo y la tumba del Apóstol  lo hizo marchar de allí, preso de un miedo supersticioso. Mientras tanto, los cristianos, también sumidos en un miedo pavoroso, se refugiaban tras las murallas de Lugo, amedrentados ante el poderío del musulmán.

Finalmente, se acabaría el constante martilleo islámico sobre los territorios cristianos, cuando en su 56ª campaña, regresaba a Córdoba, después de haber destruido el Monasterio de San Millán de la Cogolla. Las crónicas musulmanas nos dicen: “En la campaña quincuagésimo sexta, en la que falleció, había salido de Córdoba estando ya enfermo, víctima de una peste asquerosa,  y aun así hizo botín. Empero la enfermedad lo obligaba a regresar a Córdoba, pero murió y fue enterrado en la frontera, en Medinaceli, el veintisiete del Ramadán del año 1002”.

Sobre su tumba se escribió:
“Sus hazañas te informarán sobre él,
como si con tus propios ojos lo estuvieras viendo.
¡Por Allah, que nunca volverá a dar el mundo nadie como él
ni defenderá las fronteras otro que se le pueda comparar!

Por su parte, los Cronicones y Anales cristianos consignaron:
“Engendro diabólico, movido por el genio del mal, atraía a los cristianos con una tolerancia aparente y al mismo tiempo profanaba sus santuarios.
Pero al fin la divina piedad se compadeció de tanta ruina, y  pasados doce años pereció  con su ejército, golpeado por el Señor”.

Y el Cronicón Silense señaló con terrible brevedad:
“Año 1002, mortus est Almanzor et sepultus est in inferno” 


Miguel Ramos

martes, 1 de diciembre de 2009

EL MOLINO DE LA SOLEDAD




EN MIS VACACIONES

He estado pensando que tenía que escribir algo para el Club de Escritores, pero no se me ocurría nada.
Un día de este verano me vino al pensamiento algo que contar de mi pueblo, de Lora. Recuerdo que había un molino de aceite que le llamaban El Molino de la Soledad, cerca de la alameda del río. El molino de aceite no lo conocí porque dejaron de prensar y lo utilizaron de granero de cereales.
El molino era de unos señores que tenían bastantes tierras y cortijos, en el molino tenían sus caseros. Entre ellos estaba la Tranca del Infierno. Yo nunca supe si era casada o soltera. Siempre la conocí viejecita, vestida de negro y con pañuelo en la cabeza. Y siempre en El Molino de la Soledad. Esto que he escrito es una introducción de lo que yo vi en aquellos tiempos.
A continuación, os voy a contar la historia de esta señorita o señora o la Tranca del Infierno.
 

EL MOLINO DE LA SOLEDAD


Era larga muy larga y fina como un ciprés. Vestida de negro parecía una viuda amargada. Mis amigas y yo, al caer la tarde, íbamos a la alameda que estaba delante del molino. Para verla, nos poníamos lejos. Se sentaba en su mirador, rodeada de gatos,  mirando hacia el cielo. A las gentes, apenas las miraba. Mis amigas y yo enseguida nos íbamos de aquel lugar porque nos causaba respeto verla. Nunca nos metimos con ella pero para mí fue una mujer extraña y el molino se me hacía misterioso.
Vivía no sabíamos en que rincón del ya abandonado molino, aunque todavía en aquel tiempo se seguía usando como granero. Yo me acuerdo de haber visto a algunos hombres llenando los sacos de trigo. Ella no salía de sus aposentos hasta que terminaban de faenar sus cereales. La tranca del infierno, como todos la llamábamos, solía salir a comprar a última hora o cuando cerraba la tendera que ya la conocía y la esperaba para venderle lo que le hiciera falta. Lo compartía todo con sus gatos y los ratoncillos. Ella, por lo que yo sentía, había vivido toda su vida a sus anchas en El Molino de la Soledad.
Tenía la cabeza pequeña y movía con un raro tic nervioso sus ojos diminutos. No  podía soportar que le llamaran señora. Los niños, que conocían su debilidad, se metían con ella, le decían, “¡Hola señora!” Ella se enfurecía. Lo menos que les llamaba era hijos de… y demás palabrotas, mientras buscaba piedras para arrojárselas. A veces, los niños pueden ser crueles, pero para ellos era como una diversión.
La verdad es que había sido rebautizada como La Tranca del Infierno. Lo cierto era que cuando le gritaban “¡Señora!”, se ponía hecha una fiera, insultando a todos lo que se ponían delante. En fin, aunque a ella no le gustase la Tranca del Infierno era alta y derecha como una señora. Con todos mis respetos, que yo le tenía a ella.   


Eulalia Milla, 9-8-2009