jueves, 3 de diciembre de 2009

ALMANZOR


Si ya es difícil estudiar con criterio imparcial la Historia de España, harto dificultoso es el estudio de un personaje como Almanzor que vivió en pleno siglo X, en una época en la que reinaba la más absoluta oscuridad histórica. Sin embargo, nos ha quedado  testimonio de historiadores tales como Ibn Hayyan (La gesta de los Amiríes) ó Ibn al -Jatib. También, por parte cristiana, en lo concerniente al personaje, nos quedaron los antiguos cronicones escritos por los monjes medioevales, que en nuestros días se nos ofrecen con mayor o menor grado de verosimilitud. 

A Muhammad Ibn Abú Amir, Almanzor, se le supone nacido en un territorio llamado “Turrush” cercano, al parecer, a Algeciras. Algunos aseguran que era natural de Torrox, provincia de Málaga, hijo de una familia árabe originaria del Yemen. Fue un joven brillante, licenciado en Derecho y en Letras en la Universidad de Córdoba y destacó tanto por sus cualidades que pronto iniciaría  una fulgurante carrera política que lo llevaría a la Corte del Califa, Alhakem.

A la muerte del Califa se disputaron el trono el hermano del fallecido, el gran visir Cháfar y su jefe militar, un prestigioso general, llamado Galib.

El joven Almanzor, sabedor de lo que más le convenía, supo maniobrar entre los dos principales poderes políticos, tomando partido por el militar, desposándose además con una de sus hijas. Una vez consolidado Galib en el poder, Almanzor se enfrenta con las armas a su suegro, infligiéndole una derrota en la famosa batalla de San Vicente, en la que perece el propio Galib. En un gesto de crueldad inaudita, Almanzor le envía la cabeza de éste a Asma, su esposa, la hija del infortunado general.

A partir de entonces, se erige en el dueño y señor absoluto de Al-Andalus, confinando  al Califa-niño, Hixem II, allá en los palacios dorados de la Medina Azahara.

Y también es a partir de ahí, a finales del siglo X,  cuando la cristiandad padece una a  una las 56 campañas del invicto caudillo amirí. Él asoló ciudades y fue arrebatando uno por uno a reyes y condes cristianos, los territorios que tan arduo trabajo había costado fundar y repoblar.

La hegemonía leonesa estaba herida de muerte por Almanzor. El Manssur (El Victorioso) atacó Santiago de Compostela, destruyó la iglesia y llegó ante el sepulcro del Apóstol Santiago, que no llegó a destruir. Dice la leyenda, que un rayo cayendo entre su caballo y la tumba del Apóstol  lo hizo marchar de allí, preso de un miedo supersticioso. Mientras tanto, los cristianos, también sumidos en un miedo pavoroso, se refugiaban tras las murallas de Lugo, amedrentados ante el poderío del musulmán.

Finalmente, se acabaría el constante martilleo islámico sobre los territorios cristianos, cuando en su 56ª campaña, regresaba a Córdoba, después de haber destruido el Monasterio de San Millán de la Cogolla. Las crónicas musulmanas nos dicen: “En la campaña quincuagésimo sexta, en la que falleció, había salido de Córdoba estando ya enfermo, víctima de una peste asquerosa,  y aun así hizo botín. Empero la enfermedad lo obligaba a regresar a Córdoba, pero murió y fue enterrado en la frontera, en Medinaceli, el veintisiete del Ramadán del año 1002”.

Sobre su tumba se escribió:
“Sus hazañas te informarán sobre él,
como si con tus propios ojos lo estuvieras viendo.
¡Por Allah, que nunca volverá a dar el mundo nadie como él
ni defenderá las fronteras otro que se le pueda comparar!

Por su parte, los Cronicones y Anales cristianos consignaron:
“Engendro diabólico, movido por el genio del mal, atraía a los cristianos con una tolerancia aparente y al mismo tiempo profanaba sus santuarios.
Pero al fin la divina piedad se compadeció de tanta ruina, y  pasados doce años pereció  con su ejército, golpeado por el Señor”.

Y el Cronicón Silense señaló con terrible brevedad:
“Año 1002, mortus est Almanzor et sepultus est in inferno” 


Miguel Ramos

1 comentario:

  1. ¡Hola Miguel!
    Gracias por tus escritos y tu información con una riqueza de expresión y poder contar con un léxico que solo un gran conocimiento lo puede explica en el papel. ¡Enhorabuena!
    Higinio.

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