viernes, 11 de diciembre de 2009

TE ESPERO



Te echo a faltar, hija. A las dos y a las tres de la madrugada. Mientras espero: tu cama vacía a la que me acerco, la noche azul vencida y un reloj fiero.
Tu ventana se pinta de negro esta noche y de flores las calles que abrazas.
Todos los instantes del mundo a mi lado, y  tu silencio.
¿Qué somos los padres ya, cuando los hijos vuelan? Quizás nada o tal vez  puertos fieles de lejanías sin horizonte, esperando atisbar la barca para asirse afanosamente a ella, a ti… Para estar juntas un poquito y bordar recuerdos, en mi ausencia, vivos. ¿Hace una charla?
Esta barca que  acercándose dibuja un lazo entre cielo y agua, cosiendo amorosamente dos espacios  infinitos de gloria. ¡Se desata la esperanza!
Imágenes recortadas de un tiempo que soy yo y eres tú. Pañales pequeños, besos dulces de papillas en las mejillas más bonitas, las tardes de sol…
Tú dorada, yo amor.
Parece que tu  vida se llena y la mía se vacía.
Te espero, reina, te espero siempre…Vengas o no, te espero.
¡Bendita agua de verano en el brillo de tu piel!  Melocotones y ternura.
Sábanas de risas, de juegos y aquella niña feliz que puesta en la camisa de su padre corría descalza para besarle. ¿Recuerdas aquel verde? ¿Y las mañanas repeinadas con sabor de chocolate?
¡Cómo he podido ser tan feliz y no saberlo!
Ahora, esta noche y aquí, acicalada de azul espera, ¡envidio tanto el espacio y el tiempo que vivirán contigo! Porque hija… ¡Cómo me gustaría poder abrazarte siempre y estar siempre que sea necesario!
Suena la llave que abre el descanso. El descanso tuyo cargado de alegrías y el mío que busca regazo.


Teresa  Riera

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