domingo, 11 de julio de 2010

SOLEDAD

Una mañana de enero, mi habitación está fría.
Extraño tus manos, el aroma de tu cuerpo,
deseo estar a tu lado, emborracharte de besos.

En la calle hace frío, este es un duro invierno.
Solo en mi alcoba, tú en mis pensamientos
que creía olvidados o perdidos en el tiempo.

Me pesan los ojos, en mi subconsciente te veo.
Sobre el lecho vacío extiendo mi mano,
pienso en otros tiempos

cuando dos caballos negros tiraban de un carro
con dos bellas hadas entre nubes doradas.
Nuestra cama es la Luna con sábanas blancas,
con rizos de oro, bordados de plata.

En la torre, en la iglesia, como cada noche
suena una campana, han dado las doce.
En las calles silencio.
Abro un viejo libro, lo miro, lo hojeo
pero no me concentro.

Del cigarrillo encendido sobre el cenicero
aún queda rescoldo, no se apaga el fuego.
Hoy con tu rescoldo enciendes otras camas.

Agustín Rueda, 3/3/2010

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