jueves, 3 de septiembre de 2009

22 de abril del 1956

Eran los años cuarenta.
Primavera del cuarenta y tres
cuando las flores crecían
un niño ya empezaba a crecer.


Bajo el cielo de Andalucía,
en la provincia de Granada,
un niño vino a nacer
el jueves de Semana Santa.


Y por ser un jueves santo,
que en toda España celebran,
a su madre le dio un buen día,
no pudo servir la mesa.


Era un veintidós de abril
del año cuarenta y tres,
un pequeño Remolinos
acababa de nacer.


Aquello de los remolinos
aún los siguió teniendo
en la mitad de su cara
pero también en su cabello.


Como vino a los diez años
se pusieron tan contentos
sus padres y sus hermanos
lo colmaban con sus besos.


Así pasó aquella década,
pero este niño crecía,
como era el más pequeño
de todos tenía caricias.


Dicen que era un bebé
de los que llenan la Tierra.
Su cabello de remolinos
adornaban su cabeza.


Pasando el cuarenta y cinco,
que era el año del hambre,
y apenas se daba cuenta,
lo qué pasaban sus padres.


Tan mal estaba la vida
que no había pan ni aceite.
Y aquellos que lo tenían
se sentían como reyes.


La madre de este pequeño
que con apuros compró
un litro aceite de oliva,
el mismo que él derramó.


Echándolo en un librillo
que contenía salvado,
comida para los bichos
sin poder aprovecharlo.


La madre de Remolinos
al ver que era travieso
le perdonó la primera
y le daba algunos besos.


Pero al paso de los días
que este niño iba creciendo
ya corría por las calles,
también era mas travieso.


Y empezaba a preocupar
a todos los labradores
porque se comía las lechugas
y le estropeaba las coles.


Remolinos cuando niño
como era tan travieso
siempre iba haciendo daño
por los campos y los huertos.


Los vecinos de la aldea,
siempre que les hacían algo,
siempre le echaban la culpa
y tenía que pagarlo.


Unas veces sí sería él
Otras veces sería el diablo.
Siendo el niño de la aldea
y tenía que pagarlo.


Y así termina la historia
del Remolinos travieso.
El menor de los hermanos
al que todos daban besos.

Fue escrito el uno del ocho
de mil novecientos
cincuenta y seis

El Remolinos/ 1956


Manolo Morales

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