viernes, 4 de septiembre de 2009

LA FAROLA

Jorge y yo, Paco,
salimos una tarde con la intención de asistir a un guateque.
Mi madre: ¡Chicos abrigaros, no vengáis tarde!
Íbamos los dos hechos dos paquetitos de regalo,
con nuestro anorac nuevo que nos habían regalado
de color granate con una raya blanca a lo largo de la manga.
Risueños y contentos, bien peinados, con la raya al lado.
Por el camino encontramos a algunos amiguetes
perfumados y con el anorac recién estrenado, como estaba mandado
Entramos en el local a saco pero muy dignos
para que no se notara, las ganas que teníamos de enrollarnos y por supuesto por presumir de anorac
Nos acercamos a una fuente de sangría, calimocho también había.
Jorge coge vasos grandes para animarnos, a ver si nos entonamos y pedimos de bailar.
Paco, que la noche es larga
Sí, Jorge, pero a las doce o la una nos vamos para casa.
El local tenía buen ambiente, todos con anorac.
Era la moda del momento,
parecía el uniforme, oficial.
Nadie se dio cuenta de que estaba nevando
porque dentro del baile estaban sudando.
Por supuesto, con anorac incorporado.
Se fue animando la fiesta, las melenas sudadas acartonadas.
A Jorge y a mí los chorritos de sudor nos bajaba por la espalda
hasta las nalgas.
Fuera nevaba intensamente, pero nadie se enteró hasta que paró.
A altas horas de la noche y sin control
salimos a la calle con una cogorza de campeón.
Paco, que negra está la noche.
Jorge, sí, cuando vinimos no había montañas.
Paco, que estas montañas me hacen daño a la vista, está todo blanco.
Mira, Jorgete, todo está oscuro pero la calle resplandece.
Paquito, no veo nada, no queda carretera.
Amigo, se me está quedando el anorac tieso y me estoy quedando lívido.
Vamos Paquillo, con lo que hemos fardado de anorac, que no se diga que ahora nos va a fallar.
Hay Jorgillo no sé dónde estamos.
Mira Paco, me parece que la Osa Mayor se ve por allí muy adelante, o es una estrella fugaz.
Jorge, que no es una estrella fugaz, la luz está quieta en la oscuridad.
Paco, yo quiero que sea mi madre con la linterna.
Jorge, no me digas eso que voy a llorar y las lagrimas se me van a congelar.
Tienes razón, Paco, que la cara no nos la cubre el anorac
y hace rato que buscamos la estrella que nos guíe a casa.
Paquito, que mareado estoy, voy a vomitar.
Jorgete, agárrate a ese palo que te vas a caer, y yo también.
Pero, ¡qué bien que lo hemos pasado aunque estemos malos!
Paquito,¡hemos encontrado la estrella!
Y mirando los dos para arriba nos dimos cuenta de que
era la farola de la puerta de nuestras casas.
La abrazamos, la besamos y cada uno nos fuimos a nuestra casa
a dormir la mona
pero muy seguros de que aquella noche habíamos visto la luz.
Lara Pi

No hay comentarios:

Publicar un comentario