viernes, 4 de septiembre de 2009

LA BATA

Abril 2007
Un día cualquiera, no recuerdo en qué tienda o si fue en una parada del mercado.
Sí recuerdo que aquel día tenía un dinero extra que me habían pagado.
Allí estaba, con sus flores variopintas, ocre, azulón, blanco y dorado. Una guata estupenda, pero no me gustó lo oscuro de su estampado.
Cuando la toqué, la suavidad de su lado sedoso se adhirió a mis manos y a su contacto comprendí que era lo que andaba buscando.
Bata mía, qué calor más agradable das y cuántos días juntas vamos a pasar.
Ha pasado el tiempo y todos los inviernos has sido mi jubón.
Cuánto frío me has quitado y cuanto me has ahorrado en calefacción.
Aquel treinta y uno de mayo de 2001, sin presentimiento ni aviso, la mas aberrante desesperación marcó nuestro sino.
La más oscura incertidumbre, lo inexplicable había ocurrido.
La muerte paseando placentera arrancó la juventud, las ilusiones, los sueños y el amor de un ser tan querido.
Bata mía, tu contacto me habría ungido, pero la calidez del clima te había apartado en el altillo.
Mis pechos, mi vientre, mi espalda dolorida y mis caderas se encontraban entre tu mullida tela.
En las noches ventadas y frías de tormenta, mientras duermen todos yo me arrebujo contigo para resguardar del balcón las macetas y recoger el toldo.
Bata mía, hemos compartido tantas noches de sábado acurrucadas en vela, esperando que mi hijo y mi hija regresaran sin que el padre se diera cuenta ¡Y las regañinas que me echaban por esperarles levantada!
Bata mía, bata vieja, has sido como una cálida segunda piel.
Compartiste mis llantos en enero de 2004 cuando me detectaron una enfermad muy cruel y los gestos de alegría cuando en el 2005 la gravedad de la enfermedad había aminorado.
Bata mía, he pasado tantos inviernos embutida en ti, que aunque mi familia me encrespase yo no podía prescindir.
He buscado en almacenes y fábricas alguna gemela de ti. Encontré a tu prima hermana, también a una prima lejana.
¡Guardadas están, yo te prefiero a ti!
Cuántas noches de insomnio pensando, la rabia y la impotencia me hacían llorar y los días en que la absurdez del entorno me hacían rebelar, tu agradable contacto calmaba mi ansiedad.
Hace más de un invierno que tus puños se deshilacharon y los botones se rajaron, pero no pude deshacerme de ti.
Bata mía, bata vieja, este nueve de diciembre de 2006, después de ochenta y dos días de duermevela, con el corazón encogido y los sentidos alerta lo inaceptable sucedió: la muerte absurda se lo llevó, dejándome sin esperanza, sumida en un mar de incomprensión.
Cuando me recogí en casa, te pegue a mi cuerpo durante días, como si tu gastado forro compartiera mi pena en el invierno más negro y triste de mi vida.
Bata mía, eres solo un harapo pero guardas la sapienza de lo viejo y entre tus entretelas me he sentido confortada y acariciada.
Día veintidós de abril de 2007, día de eventos en el pueblo, me invitaron al espectáculo de estreno
Mientras esperaba para entrar, las piernas me empezaron a temblar.
Acongojada y con un nudo en la garganta me fui.
Cuando llegué a casa me abracé a ti buscando el consuelo del abrazo de una hermana y durante dos horas te llene de babas y lágrimas hasta que me relajé.
Bata mía, que viejecita y suave estás, hemos pasado tanto frío, penas y gloria juntas que no te puedo tirar, ni quiero alejarte de mí.
Siento que los pensamientos, llenos de dudas e incertidumbres de mi agobiada cabeza, necesitan descansar ¡Dónde mejor, compañera! En ti y de tus harapos voy a hacerme un cojín.
Lara Pi

1 comentario:

  1. hay que vez que con un trozo de tela, se pueda escribir algo tan bonito y emotivo.
    animos, cuidate un fuerte abrazo.
    Nuria.

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